«Ambientalismo»: Ordenar y legislar, no prohibir

Opinión de Gustavo Rachid, director de Pesca Con Ciencia

En un mundo hambriento donde el mar es una imprescindible fuente de alimentos para la humanidad, una legión de organizaciones ambientalistas navegan por océanos y mares en sus «opulentas y costosas» naves desarrollando «campañas ambientalistas» que no buscan el orden y control de algunos recursos en peligro, sino la absoluta prohibición de la actividad pesquera, por más sustentable y sostenible sea.

Es un contrasentido que en pos del cuidado de alguna especie se ignore la protección de la más importante de todas: el ser humano y sus necesidades alimentarias.

Según la FAO, la pesca mundial aporta más del 20 por ciento de proteínas para 3.200 millones de personas al rededor del mundo y genera empleo para aproximadamente 1.000 millones de personas, produce 170 millones de toneladas entre pesca y acuicultura (53 y 47 por ciento respectivamente), datos que demuestran que la pesca sustentable y sostenible es un recurso imprescindible para la seguridad alimentaria mundial.

Combatir la pesca ilegal y a la vez sostener un uso sustentable a largo plazo de los recursos del mar a través de la industria pesquera legal y responsable es la respuesta adecuada a la preocupación por la conservación de los ecosistemas marinos, no el extremo ecologista de quienes, con intenciones acotadas a sus intereses, generan una percepción errónea del uso y cuidado de los océanos.

En ese marco conceptual deberá perseguirse la tipificación de ilegalidad cuando la pesca en alta mar carezca de la regulación y las medidas básicas de ordenamiento adoptadas en el seno de las organizaciones subregionales o regionales de pesca, y/o con instrumentos multilaterales vinculantes que refuercen el derecho internacional en todos los espacios marítimos fuera de las jurisdicciones nacionales.

Frente a este escenario «ambientalista», será responsabilidad de organizaciones y empresas actuar y comunicar a la sociedad global con mediana claridad sobre las amplias diferencias que existen entre cuidar los recursos alimentarios en forma sustentable y sostenible, o prohibir el acceso a ellos como muchas organizaciones ambientalistas sostienen.

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