Desde hace años, y en la frontera marítima argentina, crece el riesgo de un colapso ambiental de proporciones.
En un planeta inquieto por sus océanos y que avanza en la regulación de las aguas internacionales, la autoridad del Atlántico Sur es la pesca indiscriminada y sin control.
No han faltado alertas y ahora se suma la de una ONG con destacable protagonismo sectorial.
Se trata de OPRAS (Organización para la Protección de los Recursos Pesqueros del Atlántico Sur), que tiene en la dirección ejecutiva al Dr. Eduardo Pucci, protagonista de este reportaje.
¿Qué es OPRAS y quienes la integran?
Es una asociación civil sin fines de lucro, fundada en la urgencia por lograr un cambio en el estatus de las aguas que se encuentran más allá de la Zona Económica Exclusiva (ZEE) de nuestro país.
Allí, sin ordenamiento alguno y alentada con fuertes subsidios, la depredación pesquera es una constante y amenaza con un colapso ambiental irreversible.
La industria regional es, hoy, la que soporta el mayor perjuicio y por eso la presencia de empresarios y profesionales de la pesca en el acta fundacional de OPRAS.
Pero el fenómeno las trasciende. Supone una amenaza letal para la biodiversidad oceánica y el entorno socioeconómico, y el objetivo de OPRAS es alertar a toda la sociedad civil sobre esos riesgos y trabajar para neutralizarlos.
¿De qué manera?
Como lo indican las directrices de FAO y Naciones Unidas: apuntando a un ordenamiento que garantice el concepto de pesca y desarrollo sostenibles, el único camino para asegurar biodiversidad, recursos por muchos años y fuentes de trabajo.
Por cierto, lejos del discurso facilista y mágico del fundamentalismo ecológico, que no valora el aporte alimenticio, nutricional y socioeconómico de la industria pesquera. El camino elegido por OPRAS tiene basamento legal, científico y técnico, y su agenda actual pasa por la promoción de acuerdos bilaterales y multilaterales, tanto privados como públicos, apuntando al establecimiento de un Área de Pesca Regulada donde hoy todo es depredación pura y dura.
Del calamar…
Es curioso, pero aunque sea REDES tengo que corregirlo. Es cierto que se trata de una especie muy valorada, pero es sólo una en un escenario de explotación sin frenos como sucede hoy más allá de las 200 millas (ZEE).
Estamos hablando de 300 barcos, de todo tipo, con capturas de hasta un millón de toneladas y participadas por especies como calamar, merluza, hoki, abadejo y merluza negra. Una flota que en los últimos años alcanzó una dimensión absurda y que compromete tanto especies transzonales y migratorias como nativas del propio ecosistema.
Es que la pesca indiscriminada altera la integridad del balance biológico dentro y fuera de la ZEE, con impacto en la sostenibilidad misma de la biodiversidad y en toda la región. De hecho, y por compartir la misma inquietud, OPRAS concretó un acuerdo de cooperación con el Sindicato de Armadores e Industrias Pesqueras de Itajai (SINDIPI), y estamos trabajando para avanzar en conjunto.
Y no sólo con organizaciones colegas.
También presentamos un informe con propuesta en la Oficina de Asuntos Oceánicos y Derecho del Mar de las Naciones Unidas, porque la situación denunciada también vulnera el orden jurídico internacional; de hecho, los artículos 63, 116 y 117 de la Convención de las
Naciones Unidos sobre Derecho del Mar (CONVEMAR)
¿Hubo gestiones locales? ¿No es un obstáculo la cuestión Malvinas?
El Área de Pesca Regulada que propone OPRAS está en aguas internacionales, fuera de la ZEE de nuestro país, y tanto continental como insular, de modo tal que no colisiona con las reivindicaciones soberanas ni incide en el diferendo con Gran Bretaña. De hecho, lo trasciende.
La urgencia ambiental interroga al estado costero sobre las consecuencias de subordinarla a la problemática geopolítica, y sobre el costo de oponerse o no adherir a normas internacionales que podrían contribuir a mejorar la situación en la milla 201.
El saldo es una peligrosa parálisis, con riesgos para el patrimonio real de futuras generaciones.
Fuente Revista Redes