Pandemia COVID-19

En estas particulares circunstancias, como nunca antes, debe revalorarse y sostenerse fuertemente a la pesca nacional y a la explotación responsable de los recursos en nuestras aguas jurisdiccionales para evitar la completa enajenación del ecosistema del Atlántico Sudoccidental; enajenación progresiva que venimos soportando y que es producto de la explotación irracional que flotas asiáticas continúan realizando en la zona adyacente al límite externo de nuestra soberanía marítima.

Hoy, la operación de la flota nacional, las regulaciones y medidas de conservación que se aplican dentro de la Zona Económica Exclusiva y la propia actividad industrial, constituyen el único muro de parcial contención para enfrentar la rapiña de los buques extranjeros en la milla 201. De no ser por  nuestros buques pescando y por el patrullaje en la ZEE el colapso de los stocks habría ya alcanzado a los recursos costeros inclusive y no solo a las especies transzonales que actualmente vienen mostrando los signos de la depredación de la que son objeto.

OPRAS ha desarrollado un trabajo continuo para concientizar acerca de esta compleja y grave realidad ecológica; realidad que conducirá a una catástrofe biosistemica en toda el Área. A su vez y con el propósito de encontrar caminos y herramientas adecuadas para cambiar el rumbo de los hechos, acudimos e insistimos con la cooperación internacional, regional. Así lo hacemos con Brasil, a través del Acuerdo para la Pesca Sustentable y su Comisión Bilateral con el Sindicato dos Armadores e das Industrias da Pesca de Itajai e Regiao y con gestiones y presentaciones, anteriores y presentes  a las Naciones Unidas y la FAO.

En momentos excepcionales  como este y ante las consecuencias económicas que viene causando la pandemia del Covid 19, las que ya en principio se pueden cuantificar , siendo en rigor de verdad, de una magnitud de difícil análisis, es imperioso y oportuno revisar las prioridades del sector.  Los efectos reales de la pandemia  sobre el comercio internacional de los productos de la pesca y sobre la actividad pesquera en general ya hoy son severos y el resultado es imprevisible.

La Industria está en riesgo y requiere de medidas fiscales urgentes para reducir los adversos efectos de la creciente merma de actividad productiva. En una excepcional situación mundial sin precedentes comparables, el comercio internacional pesquero, como otros, está y estará gravemente afectado, tanto por la disminución de importaciones  y del consumo en los mercados tradicionales como por la complejidad operativa y logística sobreviniente de las barreras fronterizas.

La industria procesadora, las diferentes  flotas y la comercialización están sufriendo este impredecible fenómeno y enfrentando una situación cuya compleidad es obvio señalar. Las exportaciones pesqueras, fuente insustituible de divisas genuinas en nuestro país ya muestran el efecto inicial de esta inesperada crisis y le sigue, el empleo y la rentabilidad de las empresas, dado que su supervivencia está en juego.

El reciente informe, suscripto por CAPA, CAPECA, CEPA, CAABPA, CAIPA, CAPIP,  UDIPA, CAFREXPORT, AEPC, organizaciones del sector reunidas en Intercamaras de la Industria Pesquera Argentina, expone  sobradamente acerca del diagnóstico sectorial y las proyecciones e impacto sobre la industria.

No obstante es, al mismo tiempo,  la oportunidad necesaria para que los politicos, nacionales y provinciales abandonen discursos perimidos de corte ideológico y perciban el Mar como parte del país y a los recursos y a la industria pesquera como el más legítimo uso de los espacios soberanos.
Un uso racional y sostenible que genera empleo, riqueza y un desarrollo económico y social que se multiplica e incide positivamente en toda la region.

La pesca nacional, por ende, debe ser sostenida y ayudada cuando se encuentra en dificultades exógenas y no ser ignorada como lo es habitualmente, salvo en aquellas  ocasiones en que se la usa para amarillentar algún medio con temas de insondable tradición sindical y/o de cabildeos geopolíticos de demostrada ineficacia.
Hasta hace muy poco, nuestro problema para encarar una estrategia pesquera inteligente, era la inoperancia derivada de las limitaciones de acción de las autoridades, la incomprensión y hasta la soberbia interna, tanto pública como privada.

En este nuevo escenario y ante el surgimiento de una variable externa que no podemos manejar, es inevitable adecuarse e interpretar la realidad con la mirada objetiva de los hechos y sus soluciones posibles sin nacionalismos proféticos y con acercamiento pragmático al problema.

Hay que trabajar  sin pseudos expertos de escritorio ni alentar el  falso idealismo, sino con el sector, sus protagonistas, sus actores reales. Ello implica empezar a ver la pesca industrial y el mar como un complejo armónico que debe cuidarse a largo plazo, escuchando y atendiendo a las necesidades de las empresas, los  pescadores y de los recursos marinos, los que hablan a través de cifras, estadísticas y resultados.

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